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miércoles, octubre 05, 2005

Mañana del domingo

Desperté en unas sábanas que no eran mías, en una cama que no conocía, en un perfume que era desconocido... Miro mi cuerpo y veo que tengo puesta una camisa blanca de vestir de hombre con algunos botones mal abrochados y una bombacha. Busco con la mirada mi ropa y la encuentro con la mirada debidamente ordenada sobre una silla, junto a otras prendas jamás vistas por mí, un sweater azul marino de cuello redondo, grande, pesado, masculino, una remera blanca de algodón... Me incorporo y noto las sábanas tan revueltas como mi cabello, la almohada con la marca de otra cabeza, una ventana con un día radiante sin poder ver el sol. Una cómoda con muchas cosas encima, sin recordar que cosas tenía. De repente, se abre la puerta y aparece un hombre vestido sólo con jean, descalzo, con el torso desnudo, también un poco despeinado, pero con una taza amarilla en una mano y un plato con algunas tostadas hechas con pan francés, junto con un paquete de chocolinas entre el plato y su mano, comiéndose una sin que se cayera nada...

No sé quién es, pero sí sé que es el hombre de mi vida.