<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d14376266\x26blogName\x3dQuinta+Dimensi%C3%B3n\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dSILVER\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://dimensioncinco.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_AR\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://dimensioncinco.blogspot.com/\x26vt\x3d-1291318040889274854', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

jueves, octubre 20, 2005

Recuerdos del viaje



La fiesta empezaba desde temprano. Era un parque cerrado con un escenario, muchas sillas, mesas y alrededor de todo esto puestitos de distintas marcas de cervezas regionales, intercaladas con algunos de comidas típicas alemanas (salchichas con chucrut, panchos alemanes, repostería alemana con avispas incluidas). El circuito te llevaba a ir puesto por puesto probando cada una de las cervezas, llenándote el porrón previamente adquirido en la entrada, junto con una cinta o correa atravesada al cuerpo con un broche en su extremo, para colgarte el porrón en los momentos que estuviera vacío. Desde la rubia, la "mezcladita" de 6 tipos, la rosada con frutilla, y la más rica para mí, la honey, mezclada con miel, la tomás como si fuera agua. Eso sí, cada refill de porrón, un brindis, lo que llevó a romperse todo el borde del porrón (de cerámica)
La proporción de bebida comida era 4 a 1, por lo tanto muy de vez en cuando, a degustar la comida alemana típica... cuando empezaba a sentir el mareo acentuado por el sol y el calorcito. A la noche terminaba a las 11, hora en la cual ya no respondía a mis actos, mejor dicho, (como lo anticipé) a los 30 minutos de haber ingresado al evento no me responsabilizo por los hechos cometidos por mí, es más, al día siguiente cuando vi el auto de mi amigo recordé qué es lo que había(mos) hecho la noche anterior cuando volvimos a la casa... estando sobria juro que no lo hubiera hecho nunca...